Humo Sólido 8: hoja de poesía transgresora

Fiel a su espíritu retador, a la vez que evanescente; aglutinante y disperso (además de disipado), la hoja de poesía Humo Sólido, en su número 8, se complace en presentar una muestra del trabajo literario del guerrerense Uriel Reyes Deloya, con lo cual (de paso) esta aventurera publicación amplía significativa y simbólicamente su también azarosa geografía terrena, toda vez que antes ha incorporado ya a poetas procedentes de Hidalgo, Chiapas y Ciudad de México.

La de Uriel es una poesía transgresora, a más de por su aparente rispidez (recia y sonora) por su libérrima esencia, misma que con acierto toca por igual apenas y tímidamente ventanas vanguardistas, que traspasa poderosamente los más grumosos muros, sobre todo los de la moralidad trasnochada que aún se atreve a manifestarse (si no es que ya nunca delante), por entre los avasallantes parajes de la posmodernidad.

Poesía, además, que más allá de la impronta que provoca se sabe afianzada en su solidez artificiosa y cognoscente, roca y fluir de la tradición, incluso de la bíblica o judeocristiana a la que por necesidad y hasta por convicción recrea y critica, a la vez que padece.

Por lo demás en cuanto a temática y estructura, al menos los textos iniciales que se proponen en estas hojas (premonitoriamente y desde siempre arcoirizadas) son poemas vehiculados a través de almodovarianas historias, que hacen guiños tanto al guión cinematográfico como al ágil y tragicómico-melodrama; hálito, nébula y ambiente, que por lo demás es linfa y sangre de la naturaleza desbordada de este autor.

Las situaciones aquí recogidas son apenas un corpus trinitario de la novísima ars amatoria que por nuestros día ya campea (y qué bien que así se acepte ello en la destellante realidad del nuevo milenio). Ella y Él, sin ataduras (e incluso cada vez menos sin sujeciones ella; a menos que así también tales se destinen también al goce); y por otra parte: Él y Él, porque son del todo una realidad posible y hasta plausible porque simplemente así lo quieren, y ya nunca más callados quedan sino que más bien festinadamente (se) cantan y pregonan; y para finalizar: Ella y Ella, porque el azar o el destino lo quieren así comedidamente y sin ya mayores lazos… que los del naciente amor que propiciatoriamente todo lo vincula.

Más he aquí que, además (y como la poesía declarante y el arte combativo todo) las líricas pulsiones de Uriel (a querer o no, pero evidentemente sí) pretenden ser igualmente atendibles manifiestos, si no es que consignas valientes tanto por las igualdades de derechos y manifestaciones, como por la libertad de expresividad amatoria. Es por ello que proclaman de la misma forma el derecho a la aceptación de todas las sexualidades, ante todo las que sólo –erráticamente– erráticas mentes se atreven todavía censurar.  Tenemos aquí entonces actos de amor que se revelan (y se rebelan) espejean, adivinan y preconizan desde las más elementales reacciones producto de los impulsos de la naturaleza; cuerpos plenos, vivos y vibrantes sólo transitoriamente tejidos, entramados y entrelazados por palabras desbordadas también desde su furia y su lujuria.

Más no todo termina en lo sexual con todo rigor, aunque también poéticamente descrito. Actos de amor son también, decíamos, las consignas que se pregonan para dar cuenta de la cotidiana realidad, por lo que la conciencia ideológico-política y vivencial del autor se conjuga también con la del Ser alerta, que incluso ante la circunstancia infamante no se ciega sino que de lo más abierta y bellamente en otro acto de amor inmolante se pronuncia.

Y esto último y todo lo anterior sucede porque Uriel, con ese trasfondo arcangélico que esconde bajo su nombre, sabe y enuncia al igual que el libérrimo y amantísimo Oscar Wilde que “somos  nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro propio infierno”.

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El retrato de portada en esta ocasión ha sido resuelto por la jovencísima (y tierna) fotógrafa Karen Jiménez, quien captura, igualmente, ya sin ninguna timidez (lo cual quiere decir con abierta precisión) también rasgos y proclividades del poeta aquí pasado por humo a la vez que luminidiseccionado.

Saludamos por tanto una emisión más de este alternativo proyecto que suele distribuir 5 mil ejemplares gratuitos en los ámbitos, espacios y escenarios que por casualidad le resultan proclives: esfuerzo en pro de la lectura y de la difusión de la cultura; de corazón a corazón y de mano en mano repartidos con fraternidad y a pie de tierra, si bien su apuesta remonta siempre a los más altos efluvios líricos que han sido, son y serán su preclaro origen y su prístino destino final.

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1 comentario

  1. Daniel Olivares V
    06/12/2016 at 15:02 — Responder

    Muy agradecidos con Tercera Vía por apoyar la difusión del proyecto Humo Sólido. Salud y buenas letras…

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