El príncipe de la Ayahuasca: León Larregui y su nuevo videoclip “Birdie”

La ayahuasca es una planta con un poder de sanación que trasciende el erotismo, la filosofía, la religión, la poesía y el pop. Un cura que va más allá del mar de amores, por supuesto. Si la antigüedad conoció la magnificencia de muchas drogas y las utilizó con fines medicinales, rituales y contemplativos; la música contemporánea ha hecho lo propio, pero al conocimiento sagrado de las drogas ha sumado el poder del marketing, el pop lo único que puede sanar es la melancolía.

El poeta del pop alucina en nombre de su propia marca, “mis visiones revelan potencias divinas, siempre cuando dios sea yo”. En este sentido, nadie mejor para ser chamán –la puerta entre la divinidad y el hombre— que el propio solista. Chamán y dios, el pop hablará por su boca.

León Larregui, el líder de Zoé, ha presentado el videoclip que acompaña su sencillo más reciente, titulado “Birdie”, una rola que se desprende de su segundo material como solista: Voluma. Chamán del pop mexicano de las últimas décadas, Larregui ha explorado el consumo de drogas y lo ha llevado a límites inauditos, sintéticos y sensuales. Para los creyentes de la subreligión larreguiana, el álbum representó algo más que una mágica combinación de amor, psicodelia y éxtasis.  En esencia, significó el punto de inflexión entre el deseo y su consumación. Los fanáticos siempre ven lo que quieren, el sonido solista de este chamán es una representación consolidada de sus propios éxitos líricos en Zoé, sus propuestas estéticas continuadas con inmejorables paisajes sonoros (y geográficos).

Quién haya escuchado Voluma de principio a fin sabrá a lo que me refiero. Sin embargo, para realizar una crítica con certeza, hay que conocer a profundidad la propuesta artística que se aborda. Para esto decidí probar la ayahuasca mientras escucho –y observo— el videoclip “Birdie”, que fue rodado en la Montaña de los 7 Colores de Cusco, en Perú.

Ausangate es el nombre que recibe esa montaña, la quinta más alta del país. Sin embargo el mote más bello es el que corresponde a su lengua originaria “Vinicunca” (cerro de colores). Esta montaña es una de las más importantes de la cosmovisión andina, no por nada, también ha sido nombrada “El techo de la capital Inca”. El paisaje es inolvidable: diferentes capas de sedimentos, areniscas, halitas, gravas, y caliza, cuyos colores van desde el ocre, el verde, el amarillo y el blanco, en perfecta armonía con el cielo.

A 5 000 metros sobre el nivel del mar, el chamán del pop ha inaugurado un nuevo canto que expresa precisamente la necesidad de no ser ave. Para qué, si el hombre, sin tener alas puede volar más alto y más rápido, no es Walt Whitman es León Larregui. 

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