Tloke-Nahuake: la transmutación del rock mexicano

Amparados en un sonido mitológico, influenciado por la cosmovisión ancestral de nuestro pasado azteca. Los roqueros de la banda Tloke-Nahuake han combinado el sonido de instrumentos de origen étnico como son los Huehuetl, Teponaztlis, Ocarinas, Trompetas mayas y Didgeridoo, con la carga sexual y rítmica de la batería, el bajo y la guitarra eléctrica. Mediante este acoplamiento erótico los dioses antiguos y los nuevos dioses (de la posmodernidad) han engendrado un poderoso hijo: el sonido que romperá los estatutos de la industria musical actual. Transmutación es el nombre que titula al primer EP de la banda, y es también un canto de guerra contra el universo establecido de los paisajes sonoros del capitalismo.

‘El dios de la lejanía y de la proximidad’ es la metáfora precisa. Vivimos la transición de la modernidad líquida a la cultura de vapor. Y en este proceso vertiginoso, donde las raíces de nuestra propia identidad cultural están sometidas a la combustión, el único asidero son nuestros propios dioses –por supuesto no a través de una exclusividad mitológica— sino nuestros dioses más íntimos, más personales, entrañables y violentos. Cada quién asumirá los suyos propios. Y habrá más de uno que en su panteón tenga al dios del rock para rendirle pleitesía. Por el momento, hay que darle oportunidad de habitar ese panteón a una banda que representa el sentir de los pies descalzos sobre la tierra: Tloke Nahuake. Un grupo de locos que propone un rock progresivo que se aleja de todo sentimentalismo nacional.

Si vencemos nuestros propios prejuicios, y olvidamos por un momento nuestra vilipendiada identidad, nos daremos cuenta que Tloke Nahuake representa un discurso inaugural: el pasado es sólo el alimento del futuro. Esta banda es el umbral. No se trata de asumir el discurso de los ignorados, si no de transmutarlo:

 

“El oído que sabe lo que pesa el silencio,

la boca que despierta con la mudez de un árbol

y la piedra que suena en mi carne,

saben que el rostro mío

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es hijo de una hora: la espesura de tigres

en el guante del aire”.

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He encontrados los versos anteriores por casualidad, pero me parecen la definición más precisa de lo que es Tloke-Nahuake. El poema pertenece a otro dios: Espejo Humeante. Nombre del libro más emblemático de Juan Bañuelos, un poeta que llega a los 84 años de edad el día que publico este artículo en el que divago sobre una banda que podría ser la otra cara de su poesía.

 

Silencio que ahora llegan perros de barro

con sus mandíbulas buscando negros huesos…

 

Tloke-Nahuake son esos perros de barro. Los huesos son los tuyos.

 

      


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