¿Sirven las Universidades en el Siglo XXI?

La pregunta que abre este texto es una obvia provocación y por supuesto que habría que responder diciendo que las Universidades sirven y mucho, pero continuar explicando que desde hace una década (con la irrupción del internet y las tecnologías de código abierto) no son absolutamente necesarias como suele pensarse.

En el año 2011 (no recuerdo la fecha exacta) un hombre de unos cincuenta y tantos años, en claras condiciones de pobreza, se acercó a la planta acuícola de la Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa para solicitar apoyo a los investigadores que ahí trabajaban. Su petición era muy simple, quería producir peces para alimentar a su familia, así que su lógica (yo diría perfecta) le condujo al lugar en donde se supone podrían resolver cualquier problema de alimentación; no fue a pedir limosna, fue a pedir apoyo para emprender un proyecto productivo.

La respuesta, después de los problemas que tuvo para entrar al espacio, fue negativa no por falta de intención sino por falta de inventiva. No fue de ningún académico, supongo que estaban muy ocupados para atenderlo, sino de un amigo y alumno de posgrado que realizaba ahí sus investigaciones. Yo también estaba presente y cursaba mis estudios doctorales aunque me especializaba en ecofisiología de mamíferos y confieso que tampoco supe dar respuesta (después de todo sufría el efecto de la especialización reduccionista).

Es lógico pensar que ese hombre había llegado ahí después de una tortuosa serie de rechazos y recomendaciones inútiles (como las que recibió de nosotros mismos). Pero lo que me atormenta más, al pensar en aquel momento, es que ya en ese entonces estaban dadas las condiciones para desarrollar tecnología de punta con escasos recursos (sin mencionar que en la propia Universidad tendría que existir la capacidad para montar proyectos vinculados a l@s ciudadan@s que se acerquen con esas necesidades y ese ímpetu).

Quizá desde ese momento, que viví a la par de los procesos de efervescencia política que se suscitaron en el año 2012, miré con claridad que la Universidad ya no representaba lo que me orilló a desarrollarme en ella. Con dolor veía cómo los espacios que representan a la crítica y las posibilidades de cambio en una sociedad cada vez más degradada se contaminaban y replicaban la corrupción imperante de las estructuras gubernamentales. Así que terminé por renunciar a mis aspiraciones académicas y desde ese entonces irrumpió en mí la posibilidad de la autogestión de la Ciencia.

flechitaDOSEl intelecto como producto

Por supuesto que hay que valorar a la Universidad por su papel formativo y su rol como centro de información (aunque en la era del internet esto haya cambiado sustancialmente, siguen siendo referentes a la hora de encontrar información especializada), pero si se reflexiona, se verá que la enseñanza de los espacios universitarios y de los centros de investigación es la de producir intelectos que se alejan del resto para valorarse en el mercado. Y esa lógica lo toca todo, incluso en los proyectos que buscan desmarcarse o que toman como referencias a los movimientos comunitarios que buscan apropiarse de la tecnología y producir conocimiento.

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Por eso vemos que en México, los proyectos que replican los modelos “Open Source” abren sólo lo necesario para mantener la exclusividad que les permite la sustentabilidad; después de todo lucrar con el conocimiento es un juego dialéctico que depende de la ignorancia ajena. Me atrevo a decir que todo el tejido social en este país está basado en este principio y que lo aprendió también en los espacios universitarios, por tanto la constitución del elitismo académico es un proceso casi orgánico que sólo puede resolverse desde una forma muy Otra de pensarnos.

Por supuesto que a esta mínima exploración se le pueden dar respuestas de diversos ángulos, entre los cuales la administración de los recursos públicos tomarán un papel fundamental para explicar el nada favorable estado de la Ciencia en México, pero si nuestra lectura se queda en lo obvio no podremos llevar a los Centros Universitarios hacia las exigencias de nuestros tiempos y poco a poco se convertirán en arcaicas y anquilosadas estructuras que ven pasar, sin entender, a un movimiento comunitario de intercambio abierto que promete grandes revoluciones en el futuro cercano.

flechitaDOSLa Nueva Ciencia Comunitaria

Para aquell@s que se están formando en Ciencias en México, salvo casos muy particulares que se basan en el contacto directo con las nuevas tecnologías, la explosión del hardware libre es prácticamente desconocido; lo he comprobado mientras desarrollo junto a más personas (científicas, artistas o simplemente interesadas en estos tópicos) un proyecto de Ciencia Comunitaria llamado ALTERIUS.

Nuestra pretensión, a veces tachada de utópica y señalada de radical por los mismos académicos expertos en el tema de la Cibercultura, con los cuales nos hemos reunido recientemente en la FFyL de la UNAM en un encuentro muy nutritivo para ambos lados, es la de abrir absolutamente la información con la que podríamos lucrar esperando que sea la misma comunidad la que nos de soporte por medio de economías alternativas (trueque, apoyo mutuo, donativos). Sin embargo, aún cuando ya hemos introducido en los centros universitarios estas tecnologías de manera libre, nuestra pretensión es llevarla a espacios comunitarios para empoderar a las personas que no están formadas necesariamente en estos temas y para rescatar a cientos que no encontraron oportunidades para desarrollar lo que aprendieron en sus licenciaturas y posgrados.

Es cierto, lo que nosotr@s proponemos es profundamente radical en varios sentidos, pero sobre todo porque asumimos que abriendo el conocimiento sin lucrar y diluyendo las barreras que nos separan desde nuestra supuesta calidad de “expert@s” podremos sostener esta tentativa. Sólo contamos con la esperanza de que muchas y muchos allá afuera nos reconozcan y se sumen apoyando a este proyecto, para que unificando esfuerzos podamos apoyar a las siguientes personas que busquen producir alimento de forma autónoma y que no encontraron respuestas en los centros de investigación universitarios.


Texto de Jesús Vergara-Huerta


Si les interesa participar en el debate y la construcción de esta propuesta, pueden visitar nuestra página: www.alteriusred.com o seguirnos en facebook.

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