Poemas de adobe, sangre y pinole: Ritual de los olvidados de Martín Tonalmeyotl

He seguido desde hace poco, pero con cierta asiduidad, la labor literaria de Martín Tonalmeyotl (o Martín Jacinto Meza), y encuentro en él una voz fresca, directa y valiente que tiene además el valor agregado de desdoblarse en más de algún universo cultural y paralelo para generar(se) y generarnos perspectivas y dimensiones que si bien no son para nada insólitas, de pronto nos permanecen olvidadas.

Por extracción y por convicción hemos de decir que nos hermanan algunas posiciones políticas y una creencia en la validez de la poesía social, la vocación por el rescate de lo nuestro original y/o autóctono… y hasta ya, afortunadamente, algún trabajo conjunto, de ese del que se hace por el puro placer y que por tanto es el que más vale.

Su breve, pero ya sustanciosa biografía nos dice que es de origen campesino, maestro, narrador, poeta y traductor. Pero es su palabra poética la que, esencialmente, hoy nos ocupa; esa que ha publicado en muy diversas revistas, en el periódico la Jornada, en el libro Los 43 Poetas por Ayotzinapa  y, sobre todo, la que se alberga en Tlalkatsajtilistle/ Ritual de los olvidados, el libro que hoy se presenta.

La de Martín es una poesía de denuncia que (si acaso…) encuentra la belleza en lo inmediato, y que pretende dar cuentadel dolor y el abandono nombrando las verdades, aún las más terribles: Los padres de las tortugas también son cuarenta y tres/ cuarenta y tres puños levantados/ cuarenta y tres gritos de esperanza/ cuarenta y tres…Esto (lo anterior) para al menos conjurarlas o bien para que, de ser posible, se vuelvan bondades: Ahora son los hombres /quienes se muerden, / se hacen trizas con las manos, como nos dice, apenas abriendo su poemario, donde la apuesta siempre está del lado de los que padecen; de los que menos tienen, si bien como máxima prenda ostentan su primigenia dignidad.

La realidad histórica se consigna, se editorializa, pero asimismo se matiza (aunque apenas lo necesario) bien para asegurar un tanto la perdurabilidad en el recuerdo, bien para hacer evidente y mayormente significante lo referido.Cuentan que cuando los fierros escupen, /queman todo con su ácida saliva; es un ejemplo de sus metáforas…

Con ello se da curso a la fe en que, al nombrarse, esta cruda realidad de algún modo, al menos se conjure; mínimamente se revierta; o que tal enunciación sea medicina para el espíritu; linimento para el alma…

Es además e irremediablemente la suya una poesía de los que se van y de los que se quedan, de esa oscilación entre el arraigo por el amor a lo elemental: la querencia, el paisaje, lo nuestro, los nuestros; enfrentados a la rudeza de una realidad aplastante o limitante para la que habrá que buscar, sea como sea, salidas posibles, mas no para todos siempre plausibles… Se van de uno en uno dejando las calles solas, /las casas solas y a los padres solos/ con lágrimas que gotean un “no te vayas/ pero mejor, vete”.

El tremendismo al que la realidad inmediata, presente –y por desgracia perdurable obliga– es matizado igualmente y apenas por simbolismos rotundos y hasta descarnados:   hombre es igual que bestia; bestia mejor aún que hombre:un perro que carcome llamado Miedo. / trato de no hacer llover la palabra porque si no respeto eso, / el Miedo me mandará a sus perros y estoy seguro que amaneceré/ con el cuerpo incrustado de plomo.

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Así casi “escudo de plomo”han de ser sus palabras, metáforas e imágenes, porque hay realidades que (si no se puede, si no se debe o no se cree que esa sea la mejor respuesta: el contestar fuego con fuego…) obligan al menos a endurecer la coraza, a volverse recia piedra, resbaladiza laja, para aguantar o transitar durante la existencia.

Pero un anhelo salvador así y todo alienta y consuela a este poeta que es la voz de esoso aquellosque su esencia aman y no solamente se aprecian y se reconocen sino que son ejemplo de dignidad y pervivencia: Enséñales a tus hijos a hablar como lo hacen los pájaros. / Enséñales a usar y a hablar la lengua de los coyotes. / enséñate a leer. Vive en alegría, /… Escucha a los políticos, luego toma lo dicho/ y abofetéalos con sus propias palabras. Se nos dice en otra parte;para sabiamente rematar: Vuelve a buscar tu rostro, /… piensa con los demás, donde quisiéramos decir que solamente ese “con” esa preposición es el subrayado nuestro.

Tal es también la apuesta de Martín: poemas de nostalgia por el origen o de protesta ante su pérdida, a la vez que de orgullo por lo que dignamente se es… ¿Y qué se es?: Soy aquella palabra arrastrada por la historia, / el grito de calles perdido en la intemperie, /el niño con ansias de gritar y no puede porque tiene la lengua semicortada…Soy el hombre que le canta al agua, toca el tamponatsin sobre las montañas y baila al son del kechua, serpiente de sonaja delicada, afirma: se afirma. (¿Nos afirma…?)

Y en tal defensa, entonces, la enunciación de su lengua ostentada con su real belleza y su profunda pureza es prenda poco más que destacable.

De esta manera, en algunos pasajes, los poemas biográficos y de paso contextuales(lo cual es decir solidarios o conminativos al cambio: al movimiento social) dan también paso al poeta que en lo individual descubre su ser, pero que asimismo se vuelve comulgante para con los propios al devenir embajador de la riqueza simbólica y trascendente de toda una cultura…  Ello en tanto en otros de sus decires, aparece y se desliza la filosofía simple, natural, la del anhelo de la pervivencia de nuestra casa,es decir la preocupación ecológica:Mi tierra está triste porque ya no es acariciada por los ocelotes, ya no duermen sobre ella los jaguares, /no siente más la carrera de los venados y el brinco de conejos./ El viento solo la observa y no se detiene/ todo por tener lastimada la espalda,asevera; lo cual de otro modo es lo mismo que lo anterior, y a la vez pretexto exacto para pregonar verdades y creencias de vida:esa vértebra necesaria para sostener el qué somos o apuntalar lo que hipotéticamente aún deseamos:No dejar morir a los demás también es de humanos pues con sus vidas, algunos de ellos/abren nuevas veredas,/ atajos por donde hoy, transitamos.

Por ello es que, ya instalado en el rescate y propalación de la (su) (…nuestra si queremos) riqueza patrimonial, asimismo puede afirmar con acierto: Soy la palabra de pequeñas plumas, / el vuelo desesperado sin una pista visible, la piedra pintada de oídos estáticos y mirada fija. Soy el fruto de Nesaualkoyotl, la palabra que nunca se acaba.

Termino, por hoy diciendo que en lo personal quisiera que existieran muchos más martines tonalmeyotls para que nos hablaran bellamente y/o con verdad de lo que pasa y de lo que somos; para que nos recuerden con su lengua nativa también de dónde venimos; para que recuperemos así el sentido original y trascendente de palabras como compañero(s), mexicano(s), hermano(s), humano(s), todos.

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Daniel Olivares Viniegra; 14 de octubre de 2016

 

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