Little Jesus y su álbum Río Salvaje: contra los avatares de la sociedad tropicalizada

La música logra ese particular efecto de hacer que los minutos transiten lentamente en esta sociedad del desamor y el desencanto. Vivimos la depresión que nos ha dejado la cultura de vapor, donde el amor no habita más allá de los tres minutos en nuestro corazón irreverente. Pero no todo es desilusión, para prolongar este estado ya no es necesario obtener un amuleto chamánico o una Death Note, basta con recurrir a un pequeño dios: Little Jesus.  

“Me gustas por triste y por normal” es un verso que resume en una sola frase mucho de lo que quise decir con las líneas anteriores. Este poderoso eco de la cotidianidad está inscrito en una de las canciones del álbum más reciente de Little Jesus titulado Río Salvaje. Este disco, estrenado hace unos cuantos meses, propone en esencia dos cosas: acercarnos a la pista de baile del infierno cotidiano con una excelente mezcla de sintetizadores y guitarras pop-rock; y segundo, devolvernos la melancolía, ese sentimiento que nos arrebata la sociedad tropicalizada en la que vivimos. ¿Melancolía de qué? Melancolía de los ritmos sesenteros, de las atmósferas ochenteras, y de las guitarras futuristas que proponía el siglo pasado. Terrible agonía la de habitar el pasado.

Río Salvaje refiera más bien al derroche experimental del disco que a esa máxima de la convulsión política: “río revuelto, ganancia de pescadores”. Compuesto por diez tracks en los que se recupera la esencia de la banda, al mismo tiempo, que se explora una obsesión por desarrollar nuevas vertientes de la conciencia sonora de la música pop de nuestros tiempos. “Nuevos amigo”, “La Magia”, “Mala onda” componen una suerte de primera parte del disco, este tríptico es el  regreso a las raíces, tres canciones que nos sumergen en la sensación de consumir retazos de nuestro pasado. “Niña bien” es una transición, un canal que nos salva del pop más crudo de nuestra adolescencia  y nos conduce a “La luna”, una de las rolas más arriesgadas del disco, nueve minutos de paisajes sonoros que nos impiden regresar a nuestra absurda cotidianidad, un viaje –en el sentido más primitivo del término— hacia el satélite lunar que no es más que una metáfora de nuestra conciencia, como colofón de este poema escucharemos “Golden choice”.

“Trágame tierra”, “Nuevo México” y “Río salvaje” es el descenso a los infierno del pop-rock. ¿Qué es México sino un río convulso de romanticismo y crueldad? Para coronar esta romántica violencia “TQM”, una rola esencialmente cursi y vengativa, en compañía de Ximena Sariñana y Elsa Elmar, que logra el efecto de venganza y conciliación con el amor que nos abandonó: “Sólo quiero para que me digas/lo que ya sé de mí”.

El disco  está disponible en las principales plataformas de música en streaming. Pueden visitar las páginas oficiales de la banda en Facebook y Twitter.

 

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