La historia de como la DEA acabó con uno de los más grandes cárteles de la droga para crear otro imperio… también de droga

Uno de los primeros artículos publicados en The Atlantic este año es la historia de como el agente Dave Herrod de la Administración para Control de Drogas, mejor conocida como la DEA, dedicó una gran parte de su vida a derribar uno de los cárteles de la droga más poderosos en México: el de los Arellano Félix.

El cártel de los Arellano había controlado desde 1990 el flujo de la droga de uno de los puntos más importantes para el comercio ilegal: la frontera de Tijuana y San Diego.

Gran parte del éxito de la organización se debía a su “innovación” en la violencia. Los Arellano tenían a su disposición sicarios que colgaban a sus víctimas como piñatas desde los puentes y los golpeaban hasta la muerte. Uno de sus métodos para la desaparición de los cuerpos era el diluirlos en acido durante 24 horas.

Desmantelar esta organización criminal fue un proyecto oficial impulsado por el gobierno estadounidense desde 1992 y una obsesión para el agente Herrod. Después de años invertidos en su persecución, en el verano del 2005 él y su equipo, lograron interceptar una conversación telefónica de miembros de la familia de los Arellano Felix, y fue ahí cuando supieron de la compra de un Yate en California, el “Dock Holiday”.

El yate fue rastreado hasta las costas del golfo California en La Paz, de vez en cuando el yate navegaba hacia Rancho Leonero donde Javier Arellano Félix tenía una casa en la playa. El agente de la DEA sabía que a Javier le encantaba pescar en mar abierto y estaba seguro de que el jefe del cártel usaba el bote para eso, así que ideo un plan para vigilar el Dock Holiday hasta que Javier estuviera en el y navegando fuera de las aguas mexicanas.

Durante seis semanas, la guardia costera estadounidense esperó pacientemente a que el yate se aventurara a más de 12 millas náuticas de la costa, pero nunca lo hizo. Después de este periodo, la operación fue cancelada.

Dos días después, el agente recibió una llamada. El Dock Holiday estaba en aguas internacionales y sus tripulantes se encontraban pescando. Herrod tuvo una corazonada, y sin consultar a sus supervisores, dio la orden para que interceptaran la embarcación.

Ocho hombres y tres niños se encontraban a bordo, uno de ellos era “El Nalgón”, Manuel Arturo Villarreal Heredia, el lugarteniente del cártel; otro de los detenidos, un hombre compacto de mandíbula cuadrada con una cadena de oro que desaparecía bajo el cuello de una camisa color salmón era nada más y nada menos que Javier, al que denominaban como el Michael Corleone de la familia Arellano Felix.

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Javier nunca pidió estar en el negocio del tráfico de drogas, fue a la escuela de negocios y  dejó Tijuana en su juventud, pero mostró una gran habilidad para el crímen organizado y la violencia. Él mismo fue el encargado de llevar a cabo cientos de asesinatos y secuestros en México y Estados Unidos.

Su arresto en ese momento fue considerado un gran triunfo en la guerra contra las drogas.

Con 50 años, el agente Herrod se pregunta si realmente lo fue. Ahora que se ha retirado de la agencia reflexiona sobre las consecuencias que dejó la disolución de aquel cártel. Más que detener el flujo de drogas, estas detenciones le dejaron el camino libre a Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” y el cártel de Sinaloa. Incluso este último le “echó la mano” a la DEA para desmantelar el cártel opositor.

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