Migrantes que regresan a México

Los flujos migratorios entre México y Estados Unidos son una constante desde hace ya más de medio siglo, esta migración ha estado en el centro de toda una serie de acontecimientos, incluso históricos, que definen la actual integración del territorio nacional. La migración sin embargo lejos está de ser lineal por la frontera más grande del mundo. Cada día cientos de miles de personas van y vienen, unos mexicanos otros estadounidenses, unos con doble nacionalidad otros indocumentados, unos centroamericanos y otros sudamericanos.

En evidencia, se trata de distintos y complejos flujos de personas que responden a diferentes circunstancias y motivaciones las cuales van desde la necesidad de encontrar mejores oportunidades de trabajo y de vida hasta la migración forzada por situaciones derivadas de la violencia y la inseguridad, pasando por el comercio, la vida de un lado y el trabajo del otro de la frontera, los negocios y hasta la recreación de miles de personas que van y vienen los fines de semana.

De hecho, no se trata de una sola frontera sino de varias, en donde se generaron zonas y regiones que interaccionan de manera permanente y que en distintos casos se volvieron interdependientes, para quienes viven en estas regiones el concepto “frontera” tiene ya diferentes significados, en unos casos este es difuso y en otros es inexistente. Las personas cruzan por cientos de miles cada día, en los hechos es una de las fronteras más transitadas del mundo, y en varios estudios aparece como la más transitada.  

En ese marco, ocurre que en los Estados Unidos trabajan y viven millones de mexicanos, y cada año se experimenta un flujo de personas que regresan a México a visitar a sus familiares, a quedarse definitivamente o bien a emprender un negocio con el producto del trabajo que desarrollaron del “otro lado”, de ese modo, pueden registrarse distintos flujos de mexicanas y mexicanos que regresan por los puentes internacionales, sin embargo, durante décadas, y aún ahora, nuestros paisanos enfrentaron obstáculos para regresar, y en varios momentos fueron sujetos de toda clase de abusos, vejaciones y delitos.

En aduanas, aeropuertos, terminales de autobuses, carreteras y hasta en los acceso a sus pueblos de origen durante años auténticas parvadas de funcionarios y delincuentes abusaron de las personas regresaban a estar con sus familias y traer el producto de meses de trabajo, el cual ha de decirse, desde hace décadas y en pleno siglo XXI,  lo realizan miles de mexicanas y mexicanos en condiciones insalubres, de explotación, ajenos a todo derecho laboral, y presas de las mismas prácticas descritas en algunas de las páginas de aquel texto titulado México Bárbaro de John Kenneth Turner, solo que del “otro lado”. Mucho se tiene que trabajar para ofrecer una seguridad mínima a los paisanos que regresan de los E.U. para evitar que sean víctimas de malos tratos, abusos, extorsiones y robos. Sobra decir por tratarse de millones de personas que envían a México el producto de su trabajo se generó una  auténtica delincuencia concentrada en quitarles lo que con esfuerzo y sacrificio se ganaron.

En ello no sólo estaban asaltantes, sino negocios establecidos que se hicieron de ganancias multimillonarias con el envío de dinero de Estados Unidos a México. El sólo saber que se trata de la segunda fuente de divisas de nuestro país ayuda a calcular los niveles de enriquecimiento que alcanzaron establecimientos que cobraban porcentajes de usura por el “tipo de cambio” y el “servicio”, el cual consistía por poner el dinero de un lado a otro de la frontera. A ello se sumó por años una especie de “quita” en las aduanas sobre las mercancías que traían los migrantes al mejor arbitrio del funcionario en turno.

Al mismo tiempo, cada día miles de mexicanos y personas de otras nacionalidades son “deportadas” por las autoridades migratorias de ese país, sobra decir que los criterios para “repatriar” a las mexicanas y mexicanos son poco claros y en ocasiones violan los más elementales derechos de las personas, como es la práctica de dejar a niñas y niños solos en plena frontera a veces sin comunicarlo a las autoridades mexicanas.  Estas personas quedan sin nada y sin nadie de un momento a otro, se trata de una situación que los deja en condiciones de indefensión y riesgo ante la delincuencia organizada donde están los tratantes de personas.  

También ocurre que las familias son separadas, así que el lector podrá imaginarse el cuadro de angustia de madres y padres que no saben donde están sus hijos, a lo cual se agrega un fenómeno relativamente reciente de niñas y niños migrantes que viajan solos y tratan de cruzar la frontera norte en medio de toda clase de peligros, de ahí la importancia que tiene el trabajo de las organizaciones sociales, de las instituciones del Estado y de los consulados para generar condiciones mínimas de apoyo a personas que se ven privadas de todo y que no vienen precisamente de recibir los mejores tratos.  

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Hace sólo una semana se instaló un módulo de asistencia a migrantes que regresan de los que regresan de los Estados Unidos, al que el suscrito asistió por invitación de la Asociación Derecho Humanos Internacional, que junto con la fundación a Corazón Abierto, el Albergue de Guadalupe y el Albergue Senda de Vida, organizaron este modulo que tiene como misión apoyar a los migrantes. El esfuerzo coordina la vocación de servicio y ayuda de muchas personas, en especial del Dr. Fortino López Balcazar, Lic. Fred Regalado, Lic. Álvaro Arce, Luis Elizalde y Sofía Marcela Aguirre Treviño.  Ahí se los ofrece refugio, alimento, y un trato digno y amable, lo cual es un apoyo mayor cuando se está en soledad, y en un lugar distante.

Debe decirse que también un grupo de compositores musicales hicieron suya la causa de los migrantes, entre quienes están Teodoro Bello, Martín Urieta, Reynaldo Martínez El Gallero”, Alberto Chávez, Bobby Pulido, Tatiana, Margarito Grajeda, Ing. Juan Gastelum, Jorge de Jesús Gleason, Venancio Aguirre y Alejandro Cervantes.  Sobra decir que la música es una de las mejores vías para dar visibilidad social e incluso política a un problema de este envergadura, porque se trata de miles de personas que se ven sometidas a condiciones límite de riesgo, dejadas a su propia suerte en un lugar que poco conocen y donde la delincuencia sienta sus reales aprovechando la situación de indefensión que enfrentan.  

 

De la importancia de promover e impulsar el apoyo a los migrantes tanto a los que regresan que sí lograron pasar como a los que son deportados, se trata de circunstancias distintas pero el problema en el fondo es el mismo, asegurar que reciban un trato digno, que tengan la protección de las leyes y evitar que sean víctimas de abusos y maltratos. En el Siglo XXI aparecen nuevos problemas en la frontera norte que requieren la suma de capacidades y recursos del gobierno y la sociedad civil para darles atención, pero a la vez requiere la acción determinada del Estado mexicano y de los legisladores para que los derechos humanos se respeten los términos que se han suscrito ante la comunidad internacional.

 

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