Secuestro

2014. Un sonido metálico pero apagado, como el de un objeto grande golpeando el mosquitero-pared del dormitorio de la Estación Ambiental Chajul IV, sustrajo a Julia Carabias Lillo de su sueño. La ex secretaria del Medio Ambiente intentó adaptar su visión a la oscuridad cuando la puerta de acceso a las instalaciones de este centro sucumbió ante una embestida estruendosa. Tan pronto se puso en pie quedó encandilada por una lámpara enfocada a su rostro que apenas le permitió ver dos siluetas apuntándole con armas largas. Entonces gritó…

Premio Osaka

2004. Llama la atención que no se haya conocido en México pero no es tarde para aplaudir la entrega, el pasado 30 de octubre en Osaka, Japón, del Premio Internacional Cosmos 2004 a la bióloga Julia Carabias Lillo. Se trata, quizá, de la distinción mundial más importante en el campo de la preservación ambiental y la convivencia de los seres humanos con la naturaleza.

El premio, que en ocasiones anteriores ha sido entregado a especialistas como Sir Ghillean Prance, director de los Jardines Botánicos Reales en la Gran Bretaña y Richard Dawkins, profesor de la Universidad de Oxford, consistió en un diploma y 40 millones de yenes (unos 4 millones de pesos). Carabias decidió donar ese monto para la creación de un Centro Latinoamericano de Capacitación para la Conservación de la Biodiversidad. El Centro será establecido en la zona de la Selva Lacandona —a cuya preservación Carabias ha contribuido con tesón y abnegación ejemplares— y allí se pretende capacitar, en los próximos cinco años, a cerca de 500 líderes en conservación ambiental.

Saqueo

2009. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) financió un proyecto de fomento al ecoturismo en la selva Lacandona impulsado por funcionarios, ex funcionarios y economistas relacionados con bancos nacionales y extranjeros, agrupados en la organización Natura y Ecosistemas Mexicanos AC.

Los ex funcionarios y economistas son liderados por Julia Carabias y Javier de la Maza, quienes montaron una estación de investigación y turismo científico en el corazón de la selva Lacandona y son acusados de explotar su biodiversidad desde hace dos décadas en beneficio de sus patrocinadores extranjeros.

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Natura Miramar

2012. Las cada día más insistentes políticas gubernamentales y de inversionistas privados (habitualmente de la mano) en favor del ecoturismo, no responden a demandas y necesidades de los pobladores de las zonas privilegiadas con atractivos potenciales para el mercado verde y la aventura, sino de las prospecciones económicas de empresas decididas a intervenir en la región con el pretexto del paisaje. La selva Lacandona posee un elevado potencial al respecto, como bien dejan ver los diversos proyectos que rondan, literalmente, Montes Azules y las selvas que van de Palenque a Marqués de Comillas, Ocosingo y Chilón.

La experiencia de los lacandones en el otro extremo de Montes Azules ilustra elocuentemente el modus operandi de las autoridades. Aquí, el ambicioso proyecto Natura Miramar, promovido por la empresa Natura y Ecosistemas Mexicanos a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) discrimina tajantemente con qué indígenas se va a negociar. Es fácil identificar el carácter contrainsurgente del método y de la intención.

Todos esto en el amplio estudio de impacto ambiental promovido por el encargado de la delegación federal de Semarnat, Luis Fernando Torres García, en favor de Natura, empresa encabezada por Julia Carabias, ex secretaria de Medio Ambiente, y el también ex funcionario ambiental Javier de la Maza, ahora dedicados a promover turismo rentable y presuntamente conservacionista, como el que se practica ya en la que fuera estación de la UNAM en Chajul.

Secuestro II

Ahí, la encadenaron de una pierna a un árbol, frente a un arroyo donde abreva el ganado. Escrupulosa, se resistía a beber de esa agua, hasta que la sed la venció. Afirma que los secuestradores le exigieron 10 millones de pesos por liberarla.

A las 8:00 de la mañana del mismo 28 de abril, los plagiarios le permitieron hacer una primera llamada desde un teléfono que ellos llevaban.

Habló con Javier de la Maza, el biólogo y ambientalista cuya organización, Natura Mexicana, trabaja en la zona desde los años setenta, quien se puso en contacto “al más alto nivel” con los gobiernos estatal y federal. Después de ello, en la zona se registró una intensa movilización policiaca.

De repente, le quitaron la cadena y la dejaron huir alrededor de las 19:00 horas del martes 29. Así que, con miedo, caminó hasta que anocheció. Consiguió refugiarse en un pequeño cobertizo abandonado y, al amanecer del 30 de abril, reemprendió la travesía. Unos campesinos la encontraron y la condujeron a la carretera. De ahí finalmente pudo regresar al municipio Marqués de Comillas, donde Natura Mexicana mantiene una buena relación con la comunidad.

Julia

2014. Fui privada de mi libertad durante dos días en la Selva Lacandona, lugar donde laboro desde hace 12 años. Calumnias, imperio de la ilegalidad, miseria y desesperanza conforman el caldo de cultivo de ese inaceptable episodio.

¿Por qué contra nosotros y particularmente contra mí? Natura y Ecosistemas Mexicanos (conocida como Natura Mexicana) es una asociación civil sin fines de lucro. Trabaja, desde 2005 (y su director, Javier de la Maza, desde 1979), en la conservación de las selvas de la región, sitio de mayor biodiversidad de nuestro país.


Con las comunidades colindantes dueñas de selvas y con la etnia lacandona (poseedora de la mayoría de la tierra de Montes Azules) Natura Mexicana fomenta proyectos productivos que permiten, a dichas comunidades, obtener ingresos y empleos —tan indispensables en zonas marginadas—, a través del manejo sustentable de su selva. Además, realiza los estudios para que obtengan el pago por servicios ambientales que otorga la Conafor; apoya la elaboración de ordenamientos comunitarios territoriales de los que se derivan nuevos reglamentos internos sobre cacería, control de fuego, restauración de riberas, pesca, entre otros, y lleva a cabo una intensa actividad de educación ambiental. Los resultados han sido muy positivos: la deforestación disminuyó, el ingreso de más de 850 familias se ha incrementado y quienes participan en los proyectos incluso lo duplicaron. Estas tareas se realizan con el aporte de distintas fundaciones.

No obstante, lo sabemos, nuestra actividad afecta intereses. Nos oponemos al saqueo de la flora y la fauna y a las invasiones de las áreas naturales protegidas que el Estado mexicano decidió preservar porque conservan el patrimonio de todos los mexicanos. Por eso, los que promueven las invasiones y lucran con ellas se han visto afectados por nuestro trabajo.

Quienes nos quieren fuera de la región no se han cansado de calumniarnos. Han dicho y pregonado que somos dueños de aserraderos y hoteles y traficantes de mariposas y guacamayas, al extremo de adjudicarnos un proyecto aberrante que la Secretaría de Turismo trató de realizar el sexenio pasado, al cual nos opusimos con energía y que afortunadamente al final se canceló. Ese proyecto se llamaba Natura Miramar, nombre que inducía a confusiones y mucho nos perjudicó. Nunca lo aclaramos, no lo creíamos necesario, y quizá eso fue un error. A algunos de los que inventan esas mentiras los conocemos y, en su momento, no actuamos legalmente contra ellos; otro error. Otros, los encapuchados que me retuvieron, acusándome de las mismas falsedades, se hicieron pasar al principio como miembros del EZLN, organización que nada tuvo que ver con este condenable suceso.

Un hecho ineludible es que la miseria y las desigualdades en la región han marginado del bienestar a decenas de miles de jóvenes que no tienen acceso a la tierra, ni a empleos dignos. Su único horizonte es la desesperanza y son carne de cañón de quienes persiguen intereses ilegales.


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Epílogo

2014. Sin embargo, no puedo dejar a un lado el hecho de que Julia Carabias, después de haber iniciado el esfuerzo gubernamental de establecer la primera Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap) del país y de haber sentado las bases que han permitido a México avanzar en un poco tiempo de manera ejemplar en este rubro, haya regresado, al término de seis años de gestión, a trabajar en el campo persiguiendo su interés perenne: la conservación de nuestros ecosistemas pero siempre con la mira en el beneficio que el manejo sustentable del capital natural debe representar a la población rural, dueña de gran parte del capital natural de México. El reconocimiento por su desempeño frente a Semarnap no se ha limitado a las fronteras de nuestro país: Julia ha sido invitada en varias ocasiones a dirigir organismos internacionales en el tema, invitaciones que gentilmente ha rechazado porque su interés ha radicado en dedicar su esfuerzo y su conocimiento a ayudar a resolver los problemas ambientales en México.

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